Retiro y salud, temas tan cercanos como lejanos del interés de las personas.
Se estima que en México, para el año 2030, los adultos con una edad promedio de 65 años representarán el 17 por ciento de la población, y que para el 2050 esta cifra alcanzará el 27 por ciento. Todos ellos estarán en posición de retiro laboral y serán vulnerables a padecer enfermedades propias de la edad o cronicodegenerativas. Los montos económicos para curar o mantener su salud superarán, por mucho, al de sus pensiones.
Sin embargo, el retiro y la salud continúan siendo temas tan lejanos como cercanos del interés de las personas. No hay conciencia ni cultura del ahorro voluntario ni de la prevención, ni de la importancia del aseguramiento. De continuar esa tendencia, se condenará al país a tener adultos mayores pobres y enfermos.
¿Estamos preparados para la jubilación? ¿Dimensionamos correctamente los gastos que podríamos enfrentar en nuestra vejez?… vista la problemática como un tema integral, se puede evaluar desde diversos enfoques: el primero, desde la perspectiva de la población, por sus características actuales y futuras; el segundo, desde el punto de vista de la salud, al considerar los diversos tipos de padecimientos que se enfrentarán con el tiempo; y un tercero, sobre los gastos en los que se podría incurrir y cómo solventarlos.
En el largo plazo habrá un importante cambio en la estructura de la pirámide poblacional, por lo que se anticipa un problema en el cuidado de los adultos mayores si no se cuenta con la infraestructura necesaria.
Para anticipar una dimensión de lo que será este fenómeno en el futuro, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut 2012) reportó que cada mes hay 24,000 nuevos adultos mayores y que cada año hay 292,000, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (Inapam).
Conforme envejecemos, se incrementan las probabilidades de que surja algún tipo de enfermedad, y con ello los riesgos de afectar la economía familiar. En México, el mayor reto en temas de salud es lograr la contención de costos de las enfermedades cronicodegenerativas.
De acuerdo con las estadísticas reportadas por la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS) en 2010, las personas mayores de 60 años representan el 4 por ciento de la población asegurada en el sector privado.
Según la fuente, al enfrentar una enfermedad crónica, como la gastritis, tendríamos que ahorrar a partir de los 35 años de edad una cantidad equivalente a $3,600 para poder afrontar los gastos derivados de esta enfermedad después de los 60 años.
Por otro lado, el 51.7 por ciento de las personas adultas mayores en México considera que reciben toda la atención médica que necesitan; el 30.9 por ciento considera que reciben la atención sólo en parte; el 8.9 por ciento no recibe la atención médica que necesita, y el 7.9 por ciento no cuenta con ninguna atención médica.
Si quisiéramos contratar un seguro de Gastos Médicos Mayores a partir de los 60 años de edad y por los siguientes 20 años, ello podría representar hoy contar con un capital de 2.5 millones de pesos si se trata de un plan básico, o de 4.5 millones de pesos si es un plan intermedio. A este monto habría que agregar un capital adicional para cubrir gastos complementarios, como deducibles, coaseguros, gastos no cubiertos por el seguro, etcétera.
Para poder enfrentar estos gastos a la jubilación, necesitamos tener una cultura de prevención y de ahorro. En caso de que una persona adulta mayor se enferme, el cónyuge es quien se hace cargo de atenderla, seguido de los hijos (25.7 por ciento) e hijas (21.1 por ciento). Sólo el 6.5 por ciento señala que nadie la atiende, y el 5.3 por ciento menciona que son otros familiares quienes se hacen cargo de atenderla.
En lugar de considerar la etapa de la vejez como un periodo de dependencia y declive físico y mental, poco bienestar, sería de mayor utilidad cambiar nuestra percepción acerca de ella y planear la forma en que viviremos ese periodo.
Luis Adrián Vázquez Moreno
Editor en Jefe de «El Asegurador»
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